miércoles, 11 de febrero de 2015

Mi vista se apaga —mi poder:
dos aristas de diamantes invisibles;
falla mi oído, lleno de truenos lejanos
y del respirar de la casa de mi padre;
las rudas junturas de los músculos se aflojan
cual los bueyes grises en los campos de labranza,
y tras mis hombros, en la noche,
ya no son dos alas las que brillan.
Soy en la fiesta una vela apagada,
recojan al alba mi cera,
y esta página revelará el secreto
de cómo llorar y cuándo ser orgulloso,
de cómo repartir el tercio final de la delectación
y hacernos una muerte más fácil,
para de pronto, bajo un hecho casual,
incendiarnos, cómo las palabras, con una póstuma luz.

Arsieni Tarkovski

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